Sunday, March 24, 2019


CUARTO DOMINGO DE CUARESMA – CICLO C – 2019

INTRODUCCIÓN

v  En este cuarto domingo de Cuaresma el centro de las lecturas es la obra maestra de la parábola del Hijo pródigo.

v  Ciertamente que debería llamarse la parábola del padre bueno, pues el personaje central de este relato es el padre, imagen del verdadero Padre bueno, el Padre de Jesús que él ha querido compartir con nosotros “mi Padre y Padre de ustedes” nos dijo en la tarde de la resurrección.

v  Este domingo se nos invita a la reconciliación. He leído que perdonar está siempre en nuestras manos con la ayuda del Señor, pero cuando estoy decidido o decidida o siento la fuerza para ello lo puedo hacer. En cambio para que se dé la reconciliación se necesita que ambas personas que tienen la dificultad estén dispuestas a perdonarse mutuamente.  Pero esto ya no está en nuestras manos.

v  Veamos qué nos dicen las diferentes lecturas de este domingo

PRIMERA LECTURA  Jos 5,9.10-12

·         El libro de Josué es el primero después del Pentateuco, señala una nueva etapa en la vida del recién nacido pueblo de Israel.

·         Hasta ahora han sido un pueblo nómada que camina por el desierto en busca de la tierra prometida a los padres.

·         Su fuente de mantenimiento en su caminar de un sitio a otro son sus rebaños.

·         Ya están en la tierra, tendrán que aprender a ser un pueblo sedentario, de agricultores.

·         Tendrán también que adaptar sus prácticas religiosas a su nueva vida para que mantengan su sentido y puedan alimentar su fe.

·         Veamos la lectura de hoy:

o   Dios les hace caer en cuenta que ha quitado de ellos el oprobio la humillación que sufrieron en Egipto.

o   Ya están en la tierra y celebran por primera vez la Pascua en la tierra prometida.

o   Ese mismo día desaparece el maná porque ahora ellos cultivan la tierra que les dará los frutos necesarios para alimentarse.

SALMO RESPONSORIAL Sal 34

Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesará mi boca de alabarlo.
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegre su pueblo al escucharlo.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Proclamemos la grandeza del Señor,
y alabemos todos juntos su poder.
Cuando acudí al Señor, me hizo caso
y me libró de todos mis temores.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Confía en el Señor y saltarás de gusto,
jamás te sentirás decepcionado,
porque el Señor escucha el clamor de los pobres
y los libra de todas sus angustias.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.



v  El salmista

o   bendice “dice bien” del Señor a toda hora

o   se siente orgulloso del Señor

o   Invita al pueblo a alegrarse al escuchar al Señor

v  El salmista invita a todo el pueblo

o   A proclamar y alabar al Señor

o   Porque cuando él acudió en busca de ayuda, el Señor le hizo caso

o   Creo que esta es una experiencia que todos gozamos cuando nos damos cuenta que aquello que hablé con el Señor, le pedí, tal vez mucho tiempo atrás se hace realidad en mi vida en un momento dado, el que el Señor ha juzgado bueno para mi.

o   Y los temores se alejan, hay una sensación de seguridad, de estar protegido, entre unas manos que acarician y protegen.

v  El salmista se dirige a cada uno de nosotros

o   Nos invita a confiar, a saltar de gozo

o   No nos sentiremos defraudados porque el Señor escucha el clamor de los pobres

o   Tal vez la clave de todo está en ser pobre, es decir, en confiar plenamente en Dios nuestro Padre.

v  Y como un refran o música de fondo el salmista parece repetirnos el estribillo “Haz la prueba…



SEGUNDA LECTURA 2 Cor 5,17-21

Ø  Pablo habla a su comunidad de Corinto de la novedad de quien está en Cristo.

Ø  Empezamos a estar en Cristo en nuestro bautismo donde fuimos hechos nuevas criaturas.

Ø  Les recuerda que lo viejo ya pasó, el pecado borrado ya no existe, pasó. En la parábola del hijo que regresa, sus pecados ya pasaron, el Padre no los recuerda ya más.

Ø  Les dice que todo esto ha sido posible por la iniciativa llena de amor de Dios en Cristo que nos reconcilió con el Padre.

Ø  Y esta reconciliación que Cristo ha hecho en la cruz nos la entrega a nosotros la Iglesia para que seamos ministros de reconciliación en el mundo.

Ø  Pablo nos dice que al ser ministros de la reconciliación hemos de anunciar a nuestros hermanos y hermanas “déjense reconciliar con Dios”

Ø  Pues Dios cargó nuestros pecados sobre su Hijo que no tenia pecado, para que en él pudiéramos nosotros participar en la justicia y perfección de Dios es decir pudiéramos ser salvos.

EVANGELIO Lc 15,1-3.11-32

*      El marco en que está encuadrada esta maravillosa historia se nos relata en los versos del 1-3

o   Jesús está rodeado de “pecadores” = publicados y pecadores

o   Los fariseos que también se encuentran cerca, pero no con el deseo de los pecadores, sino con la intención de ir juzgando lo que hace “acoger bien a esos que ellos consideran perdidos”. Ellos no se consideran pecadores. ¿me considero yo pecador, pecadora de verdad?

o   Jesús en respuesta a estos sentimientos que albergan en su corazón nos cuenta a todos esta parábola, porque en todos nosotros se encuentran el “pecador” y el “fariseo que juzga”.

o   Parábola del Hijo prodigo tal vez mejor Parábola del Padre bueno.

o   Esta parábola tiene varias escenas, vamos a verlas una por una:

o   Escena del hijo que pide su herencia y se va de casa:

§  Dame la herencia. Petición extraña e insolente, las herencias se reciben cuando muere quien nos la da. Es como querer anticipar la muerte de su padre para su propio provecho.

§  El Padre se la da, no discute con él. Seguramente le duele, pero no dice nada. Al contrario reparte sus bienes entre los dos hijos.

§  El hijo se va de casa a una tierra lejana. Tierra lejana puede indicar aquí su lejanía de la casa, o más todavía su lejanía del amor a su padre, está cerca físicamente y ahora se va lejos, pero siempre, en su corazón,  ha estado lejos de su padre.  Aquí se corre el telón sobre la primera escena.

o   Escena del hijo en tierras lejanas y del padre que sale al camino

§  Esta escena es doble por una parte ¿qué hace el hijo en tierras lejanas con toda la herencia que tiene? ¿qué hace el padre en casa?

§  El hijo se dedica a una vida de fiesta, de inmoralidad, y tiene muchos amigos de su dinero, compañeros y compañeras de sus vicios.

§  El padre en su casa sale cada día al camino para ver si lo ve volver, los padres conocen a sus hijos y sabe que tarde o temprano regresará. Desea verlo y tenerlo aunque el hijo no lo ame, él si lo ama.

§  Regresemos al hijo, se le ha acabado el dinero y también los amigos. Experimenta soledad, desilusión y hambre. Su degradación es progresiva y llega al colmo cuando se pone a trabajar cuidando cerdos, animal que pertenece al grupo de los animales impuros, un judío no puede hacer un trabajo tan degradante para ellos, como cuidar cerdos.  Aquí toca fondo en su dignidad. Y decide “regresaré…”

§  El padre sigue saliendo al camino cada día para ver si llega.

o   Escena del regreso y de la llegada a casa

§  El padre que sale cada día lo ve venir de lejos, lo reconoce porque es padre y conoce a sus hijos, porque el hijo regresa sucio y andrajoso. Corre hacia él no espera que llegue. Esto no es la costumbre de Israel, las personas ancianas no corren, caminan, y menos correr hacia el hijo más joven.

§  El hijo le dice las palabras que ha preparado por todo el camino “he pecado… no soy digno… acógeme como jornalero.”

§  El padre no le deja decir todo “padre he pecado… no merezco ser llamado hijo tuyo…”  Pronto traigan todo lo que  le corresponde como a hijo: sandalias, túnica, anillo…. Hagamos fiesta

§  La razón de la fiesta es que estaba muerto y vive, perdido y ha sido hallado.

§  Empieza la fiesta en que el padre rebosa de alegría.

o   Última escena – el hijo mayor

§  Regresa de su trabajo en el campo, oye la música, los gritos de gozo, el baile…. Qué está pasando? Pues desde que se fue este “hijo de mi padre,” aquí todo era tristeza.

§  Tu hermano ha regresado, tu padre está tan contento de tenerlo de nuevo sano y salvo que ha hecho matar el ternero cebado y ha convocado una fiesta.

§  El hijo mayor se enoja y no quiere entrar en la fiesta. El padre sale a suplicarle humildemente que entre, “todo lo mío es tuyo, tú estás siempre conmigo”

§  No sabemos si entró, pues Jesús nos deja en suspenso, tal vez porque este hijo somos nosotros, miembros de la comunidad de fe que intentamos ser fieles, ¿estamos dispuestos a entrar en la fiesta porque nuestros hermanos “pecadores” o que se han ido,  regresan a casa?

§  Una gran reflexión de esta parábola es reconocer que estos dos hijos somos todos nosotros, unas veces somos el joven y otras el mayor. Unas veces pecamos alegremente porque nos agrada la tentación de hacer aquello que me gusta sin contar con nadie, y otras queremos ser tan “justos” que pasamos juicio negativo sobre todos cuantos no son tan “cumplidores” como nosotros.

§  Leí una vez un libro de Henri Nouwen en el que nos cuenta que un buen amigo suyo le dijo un día, que a pesar de que somos estos dos hijos que no acabamos de conocer a nuestro padre, estamos llamados a ser como el Padre, llenos de misericordia y de gozo por lo bueno que hay en cada persona. 
RINCON CLARETIANO


Aquí me puso de nuevo delante las Órdenes Religiosas, y me hizo ver el deplorable estado de toda la Iglesia universal; y me dijo con palabras sentidísimas, dignas de toda ponderación, que no tenían otro remedio los males de la Santa Iglesia que la guarda de su Santísima Ley.

Aquí vi a Nuestro Señor Jesucristo, que lo tenía presente de un modo muy especial, con tanta pena por los males de la Iglesia, que parecía como que le saltaran lágrimas de sus divinos ojos, y me dijo con gran sentimiento: «Mira, hija mía, si con lágrimas pudiera renovar el espíritu de mi Iglesia, de sangre viva las lloraría; pues que no me contenté en agotar toda la de mis venas para su creación, sino que me dejé a Mí mismo en prenda y memoria del infinito amor que le tengo para su conservación hasta el fin de los siglos». (Esta visión me la renovó Nuestro Señor la noche siguiente estando en oración).   Venerable María Antonia París, Fundadora de las Misioneras Claretianas, Autobiografía 8-9.

Ni sé comprender cómo los otros sacerdotes que creen estas mismas verdades que yo creo, y todos debemos creer, no predican ni exhortan para preservar a las gentes de caer en los infiernos.  Y aun admiro cómo los seglares, hombres y mujeres que tienen fe, no gritan, y me digo: Si ahora se pegara fuego en

una casa y, por ser de noche, los habitantes de la misma casa y los demás de la población están dormidos y no ven el peligro, el primero que lo advirtiese, ¿no gritaría, no correría por las calles gritando: ¡fuego, fuego! en tal casa? Pues ¿por qué no han de gritar fuego del infierno para despertar a tantos que están aletargados en el sueño del pecado que cuando se despertarán se hallarán ardiendo en las llamas del fuego eterno? San Antonio María Claret, Fundador de las Misioneras Claretianas, Autobiografía 13-14.







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