XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C - 2022
La liturgia de este domingo nos presenta la exigencia de
la fidelidad a la Alianza y la fidelidad en el seguimiento del Señor.
LIBRO DEL
PROFETA JEREMÍAS.
ü Estamos en el siglo VII
antes de Cristo, es una época en que en el escenario internacional se dan
cambios que afectan a todos los pueblos.
ü Siria va perdiendo su
poder ante la fuerza creciente del imperio de Babilonia. Por otra parte Egipto
quiere aprovechar la debilidad de Siria para extender su poder sobre esa
nación.
ü Mientras tanto va creciendo la fuerza de
Babilonia sobre todos los pueblos de la región. Cada gobernante busca aliarse
con otros para hacer frente al poder creciente de esa nación.
ü Los reyes de Judá hacen el juego político de
sumisión algunas veces y de rebelión otras. Esto tiene un efecto devastador
sobre la nación.
ü En esta situación
política Jeremías ve o reconoce la
infidelidad del pueblo a la alianza con su Dios y las consecuencias que todo esto les trae.
Por eso denuncia y también anuncia lo que él entiende es mejor para el pueblo.
ü Aconseja la alianza con
el poder naciente, Babilonia, para poder salvar a su pueblo y las instituciones
de su pueblo.
ü Al leer el libro de
Jeremías descubrimos el gran amor que este hombre tuvo al Dios de la alianza, y
también a su pueblo.
ü Este amor, esta fidelidad
a sus dos amores le trajo muchos sufrimientos, persecuciones e incluso la
muerte.
ü Veamos qué le pasa en la
escena que la liturgia nos presenta.
PRIMERA LECTURA. Jer 38, 4-6, 8-10
v Los grandes del pueblo,
los que tienen sus intereses puestos en la situación actual, no quieren oír lo
que el profeta está diciendo al pueblo.
v Van y piden al rey haga
algo, el rey, como tantos políticos de todos los tiempos es cobarde y les
entrega a Jeremías en sus manos. ¿No nos recuerda esto lo que pasó con Jesús?
v Pero no hay solamente
personas en contra de Jeremías, hay
también quienes se dejan iluminar por sus palabras, aunque les cueste
aceptarlas, y no quieren que muera.
v Otra vez el rey les deja
hacer lo que piden. Y Jeremías es liberado.
v Muchos a lo largo de la
historia han vivido esta misma experiencia de persecución y muerte por decir la
verdad llevados del amor a sus pueblos.
SALMO RESPONSORIAL - Sal 39 2,3,4,18
·
En este salmo alguien que sufre confía incondicionalmente
en Dios.
·
La forma en que Jeremías sufre su situación ayuda a
otros a alabar a Dios por su grandeza en
cada ser humano.
·
Estas palabras y estos sentimientos son adecuados
para reflejar lo que pasa en el corazón de Jeremías.
·
Pero no solamente de Jeremías sino también de
muchos o de todos nosotros que en algún momento de nuestra vida, o tal vez
ahora mismo, estamos en una situación de sufrimiento, de enfermedad, de
desesperanza.
· Hagamos nuestras las palabras del salmista recitando el salmo.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
Esperé en el Señor con gran confianza;
él se inclinó hacia mí
y escuchó mis plegarias.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
Del charco cenagoso
y la fosa mortal me puso a salvo;
puso firmes mis pies sobre lo roca
y aseguró mis pasos.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
El me puso en la boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos se conmovieron al ver esto
y confiaron también en el Señor.
R. Señor, date prisa en ayudarme.
A mí, tu siervo, pobre y desdichado,
no me dejes, Señor, en el olvido.
Tú eres quien me ayuda y quien me salva;
no te tardes, Dios mío.
R. Señor, date prisa en ayudarme
EVANGELIO - Lucas 12,49-53
En los domingos del tiempo ordinario la primera lectura y
el evangelio tienen el mismo tema.
Cada lectura nos ayuda a descubrir el significado de la
otra.
En la primera hemos visto a Jeremías sufriendo la
persecución por su amor y su fidelidad a Dios.
Al leer el fragmento del evangelio de Lucas en la
Eucaristía de este domingo escuchamos a Jesús diciéndonos qué hace su presencia
en nuestras vidas, qué cambios se suscitan y muchas veces nosotros no estamos
contentos con esto y lo experimentamos como mal.
Como dice Gianfranco Ravasi en uno de sus comentarios a
esta lectura, Jesús nos presenta 3 imágenes, examinémoslas una a una:
·
Fuego. Jesús dice que ha
venido a poner fuego en la tierra. El símbolo del fuego se usa muchas veces
para representar la fuerza devoradora y arrolladora del amor. Jesús está consumido por su amor
incondicional a su Padre y todos nosotros. Hemos visto como Jeremías estaba
totalmente poseído por el amor a Dios y a su pueblo.
·
Agua. Nos dice Jesús que
tiene que recibir un bautismo y siente el ansia de que llegue ya la hora de
este bautismo. Este bautismo es su muerte por amor a todos nosotros. Muerte que
nosotros mismos le daremos porque no nos gusta tener un Dios tan cerca de
nosotros y que nos ame tanto, porque esto cuestiona nuestros comportamientos. En nuestro
bautismo morimos al pecado y empezamos a vivir la nueva vida que es la vida de
Dios en nosotros.
·
División. Jesús dice que no ha
venido a traer paz a la tierra, sino división. Esto seguramente que nos
sorprende siempre que lo leemos. Creo estamos ante estas afirmaciones de Jesús
que siempre nos sorprenden y que tienen la finalidad de ponernos a pensar.
v Acoger a Jesús plenamente
en nuestra vida nos trae siempre esta división interna en que tenemos que
elegir entre él y nosotros mismos.
v Acoger a Jesús es acoger
a todo ser humano como hermano o hermana y esto comporta lucha interior en
nosotros.
v Acoger a Jesús nos exige
dejar el pecado y todo aquello que nos gusta pero que nos aleja de él y del
bien de nuestros hermanos y hermanas, y esto siempre lo experimentamos como
lucha interior.
v Cada uno de nosotros o de
nosotras puede mirar en su vida, qué lucha, qué división le causa el
seguimiento de Jesús.
v Pero esto no es algo
negativo sino positivo, pues al entregarnos incondicionalmente a él y a
nuestros hermanos y hermanas, adquirimos una gran libertad y una felicidad no
soñada.
v En la primera lectura
hemos podido intuir la división en el reino de Judá a causa del anuncio y
denuncia que hacía Jeremías movido por amor a Dios y a su pueblo.
Dejemos que el amor de Jesús queme en nosotros todo
cuanto es obstáculo a este amor.
Dejemos que las aguas del bautismo nos sumerjan en el mar
inmenso del amor de nuestro Dios.
Dejemos que su Palabra cause división entre el bien que
hay en nosotros y el mal que también hay y colaboremos para que sea el bien el
que venza.
SEGUNDA LECTURA - Hebreos 12,1-4
§ De la carta a los Hebreos no se conoce el
nombre de su autor, aunque por mucho tiempo se le atribuía a Pablo.
§ Todos los libros del
Nuevo Testamento nos presentan la persona de Jesús vista desde diferentes
perspectivas de acuerdo al autor y a la comunidad a la que va dirigido el libro
en cuestión.
§ La carta a los Hebreos
hace una reflexión sobre el sacerdocio de Cristo, como sacerdote eterno al modo
de Melquisedec.
§ El sacrificio que Jesús, ofrece
no es la sangre de animales degollados para ofrecerlos a Dios, sino es su
propia sangre ofrecida por la redención del mundo y ahora esta salvación y
redención se nos ofrece de manera sacramental, es decir a través de signos y
ritos.
v En la lectura de hoy el
autor de la carta nos invita a contemplar la "nube de testigos" es
decir los innumerables hermanos y hermanas testigos de la fe, que entregaron su
vida a través de una muerte violenta como los mártires, o a través de una vida
entregada sencillamente al amor del prójimo en la familia y en la sociedad, en
la monotonía de cada día.
v Se nos invita también a
correr nuestra propia carrera viendo como ellos corrieron la suya teniendo
fijos los ojos en Jesús el testigo fiel, que corrió su carrera antes que
nosotros.
v Si lo miramos a él,
contemplamos su vida, no nos desalentaremos al contrario sentiremos la energía
suficiente para seguir nuestra carrera hasta el final, donde él nos espera.
v La lectura termina diciéndonos que todavía no hemos estado en la situación de derramar nuestra sangre por la fe, y tal vez nunca estaremos en esta situación; pero sí estamos todos invitados e invitadas a entregar nuestra vida por amor a Jesús y a todos nuestros hermanos y hermanas que caminan con nosotros.
claretian corner
Dios mío
Trino y Uno Padre, Hijo y Espíritu Santo;
os
suplico que os dignéis iluminarme con vuestra infinita sabiduría,
para que
os conozca a Vos y me conozca a mí, y
conozca
también todo lo que Vos queréis que haga,
para
serviros y amaros con toda la perfección
que es
posible en esta vida con vuestro divino favor;
enseñadme
Dios mío, todo lo que conviene para
toda la
familia que me habéis encomendado en general, y
para
cada una de mis amadas hermanas en particular:
dignaos
iluminarlas a todas para que conozcan
todo lo
que Vos queréis de cada una,
para que
seamos dóciles y no resistamos a
vuestras
divinas inspiraciones y santísima voluntad.
Iluminad
Dios también al Sumo Pontífice,
para que
conozca todo lo que Vos queréis que haga
y disponga
en toda la Santa Iglesia,
y a
todos los cardenales, y prelados superiores e inferiores
de la
Santa Iglesia y de todas las Religiones,
haciéndonos
a todos unas copias vivas de nuestro Señor Jesucristo.
Con
vuestra Omnipotencia infinita ayudadnos
para
poderlo hacer todo como Vos queréis,
pues ya
sabéis Dios mío, que no podemos nada absolutamente s
in
vuestra gracia y divina asistencia.
Dignaos,
Dios mío, comunicarnos a todos Vuestro Divino Amor,
que es
la miel que endulza todas nuestra amarguras,
suaviza
las cosas ásperas, facilita las difíciles y
nos
lleva en sus brazos con las cruces que Vos, Dios mío, nos cargáis,
pues el
amor lleva la carga sin carga, y
aunque
sea muy pesada, con el amor no lo sentimos;
hacedme
Dios mío la gracia de amaros tanto como mi alma desea.
Que os
devuelva mil por uno de lo que con mis innumerables pecados
Os he
robado, en oro purísimo de amor.
Os pido
el espíritu de la Santa Pobreza Evangélica
para
todas las personas consagradas a Vuestro Santo Servicio. Amén.
BIBLIOGRAFÍA
PARIS, Maria Antonia.
Oración de la mañana
RAVASI, Gianfranco, Según
las Escrituras, Año C.
SCHÖKEL, Luis Alonso, Comentario a La Biblia de nuestro Pueblo.
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