- Empezamos
un nuevo ciclo litúrgico y con él la lectura de un nuevo evangelio, el
evangelio de Mateo.
- Durante
el ciclo A Mateo nos presentará a Jesús como el Dios-con-nosotros,
Emanuel.
- El
Emanuel que está donde dos o tres se reúnen en su nombre,
- El
Emanuel que recibe como hechas a él todas nuestras acciones, las buenas y
las malas.
- El
Emanuel que estará con nosotros, hasta el fin de la historia.
- Hoy
las lecturas nos hablan de la venida del Señor al final de los tiempos
para la que hemos de estar preparados y esperarla porque con el Señor viene la restauración de todo y la
eliminación de todo mal.
PRIMERA LECTURA Is
2,1-5
ü El
profeta ve en el futuro un tiempo de paz y de bien que viene del monte santo
donde se asienta Jerusalén.
ü Jerusalén
vista como la ciudad santa que en el apocalipsis se convertirá en la ciudad
modelo que baja del cielo, en la esposa que se adorna para su esposo.
ü Los
pueblos caminarán hacia esta ciudad porque en ella está la casa de Dios.
ü Y luego
el profeta da una descripción casi idílica o paradisíaca de la sociedad cuando
toda sea construida y edificada mirando el modelo de la ciudad santa.
ü Sus
espadas y flechas de instrumentos de
muerte se convertirán en instrumentos de vida.
ü las
naciones serán hermanas y ninguna entrenará a sus habitantes para la guerra.
ü Termina
el texto invitando a caminar hacia la luz del Señor.
ü Todo
esto es figura de lo que pasa en cada persona humana que acepta al Señor en su
vida; en cada pueblo que se decide a reconocer que Dios es Dios y decide
eliminar los ídolos de la opresión.
SALMO RESPONSORIAL 122,1-2.3-4.4-5,6-7,8-9
VAYAMOS CON GOZO A LA CASA DEL SEÑOR
Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y
armoniosa.
Allí suben las tribus, las tribus
del Señor
según es norma en Israel
para celebrar el nombre del
Señor.
Porque allí está el trono de la
justicia,
el trono de la casa de David
Auguren la paz a Jerusalén:
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!».
Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo».
Por amor a la Casa del Señor,
nuestro Dios,
buscaré tu felicidad
ü El domingo pasado
Solemnidad de Cristo Rey leímos el mismo salmo menos las dos últimas
estrofas.
ü La ciudad santa cuya belleza
externa de su construcción, de sus edificios, cautiva
la mirada y el corazón de quien la visita
ü tiene también una belleza interna que le da la
paz de que gozan sus moradores y la
justicia que se imparte a sus puertas.
ü Termina el salmista
hablando de amigos y hermanos ya no se mencionan enemigos como en otros salmos
ü Finalmente los miembros
de la raza humana llegaremos a darnos cuenta de que somos todos hermanos y
hermanas, hijos e hijas de un sólo y único Dios y Padre creador de todo y de
todos.
EVANGELIO Mt 24,37-44
El penúltimo domingo del tiempo ordinario y del año
litúrgico Jesús tranquilizaba a los suyos y los prevenía de no dejarse engañar
por aquellos que les dijeran que él ya estaba aquí, esto no sucederá tan
pronto.
Lo mismo les decía el autor de la segunda carta a los
Tesalonicenses a su comunidad.
Sí que el Señor nos exhorta a estar preparados para recibirle
y pone los ejemplos del diluvio, en que cada cual hacía lo suyo se entiende sin
preocuparse de nada más que esto y el diluvio los sorprendió, como nos han
sorprendido siempre las tormentas aunque algunos piensen en prepararse para
protegerse de ellas.
También nos dice el Señor que cuando él venga todos
estarán en su vida cotidiana, y los habrá que estarán trabajando, alguno estará
dispuesto a recibirle y otro no.
Para ayudarnos a entender y creer lo que nos está
diciendo pone el ejemplo del que tiene posesiones, si supiese cuando viene el
ladrón lo esperaría para que no le saqueara la casa.
Cuanto más nosotros que esperamos no un ladrón sino el
Señor de nuestras vidas, al que se supone debemos preferir a todo.
Al final de la lectura el Señor ya nos dice claramente
ESTÉN PREPARADOS, porque no saben cuando vendré.
Y la preparación no es dejar de hacer nuestras
obligaciones, ni repetir oraciones como los paganos, ni pasarnos horas y horas
arrodillados en la iglesia para "complacer" al Señor, no sea que se
enoje con nosotros. No, la preparación nos la dice el mismo Mateo en el
capítulo 25 de su evangelio: tuve hambre, tuve sed..... cada vez que lo hiciste
para uno de mis hermanos más pequeños me lo hiciste a mi.
SEGUNDA LECTURA Rm 13,11-14
v Pablo nos invita a la
vigilancia como Jesús en el evangelio
v Lo hace usando imágenes
de la noche y del día
v Cuando llega el día nos
preparamos para la jornada
v Cuando caemos en cuenta
de que el Señor está y quiere ser parte de nuestra vida dejamos nuestras
actuaciones negativas y pecaminosas y empezamos una camino nuevo de vida
"arrojemos las obras de la oscuridad y pongámonos el traje que corresponde
para trabajar."
v Pablo especifica las
obras de las tinieblas, el traje de noche que tenemos que desechar:
borracheras, relaciones sexuales deshumanizadoras, rivalidades y celos.
v Luego nos invita a
cambiar este traje de la noche por el traje que corresponde a la luz que es
Jesucristo el Señor.
v En nuestro bautismo nos
dieron una ropa blanca y se nos invitó a ponerla, usarla y conservarla para el
día en que el Señor nos llame.
v Esta vestidura es el
Señor Jesús, es la vida de la gracia, la vida de Dios que se nos ofrece para
que podamos vivir como hijas e hijos suyos.
En queriéndome conceder una
gracia, siempre me humilla mucho, unas veces por parte de los hombres, otras
con grandes tentaciones, otras poniéndome delante mis
grandes pecados; y otras con grandes desamparos, hasta dejar mi alma tan sola,
y lo siento realmente, como que estuviera en un desierto el más internado, sin
ver ni oír persona humana, ni sentir consuelo humano ni divino, sino lo sumo de
la tribulación; que no parece otra cosa si no que quiere Dios que por lo
extremo del dolor entienda la grandeza de su amor. Porque nunca me ha faltado
su santísima gracia, y ésta siempre ha alegrado mi alma según la multitud de
mis aflicciones. Venerable María Antonia París, Fundadora de las Misioneras
Claretianas, Autobiografía 111.
Yo, en medio de estas alternativas, pasaba de todo: tenía
ratos muy buenos, otros muy amargos [en] que me fastidiaba la misma vida. Y
entonces mi único pensar y hablar era del cielo, y esto me consolaba y animaba
mucho. Habitualmente no rehusaba las penas; al contrario, las amaba y deseaba
morir por Jesucristo. Yo no me ponía temerariamente en los peligros, pero sí
gustaba que el Superior me enviase a lugares peligrosos para poder tener la
dicha de morir asesinado por Jesucristo. San Antonio María Claret, Fundador de
las Misioneras Claretianas, Autobiografía 465.
BIBLIOGRAFÍA
CLARET, Antonio María Claret, Autobiografía.
PAGOLA, José A. El camino abierto por Jesús. PPC 2012
PARIS, María Antonia, Autobiografía
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