DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C –
SEPTIEMBRE 4, 2016
El domingo pasado las lecturas nos invitaban a la
humildad, hoy la primera lectura y el evangelio nos hablan de la necesidad de
la sabiduría, la prudencia
·
Sabiduría de reconocer que los pensamientos
de Dios van mucho más allá de los nuestros
·
Prudencia de saber elegir en nuestra
vida lo que es de verdad esencial.
LIBRO
DE LA SABIDURÍA
ü
Basándose en el contenido y estilo
literario de este libro, la fecha de su composición se sitúa hacia el 50 A.C.
ü
En un tiempo de grande agitación para
los judíos.
ü
Se escribió en Alejandría de Egipto por
un judío familiarizado con la cultura y lengua griega
ü
Dios quiso a través de este libro
mostrar al pueblo judio que la verdadera sabiduria estaba en la revelación de
Dios y no en las religiones paganas.
ü
El libro puede dividirse en 3 partes:
o
Primera – La sabiduría divina y el
destino humano en la vida y después de la muerte
o
Segunda, el autor pone palabras en
boca de Salomón para alabar la Sabiduría y orar para obtenerla
o
La Sabiduría de Dios al guiar al
pueblo en el éxodo, centrándose principalmente en la providencia de Dios.
PRIMERA
LECTURA – Sab 9,13-18b
v
¿Quién puede conocer lo que Dios
piensa hacer?
v
Los planes de los humanos son
inciertos
v
Nuestro cuerpo, nuestra parte
material constituye un peso con sus muchas preocupaciones
v
Y se nos hace difícil entender
v
Cuando las cosas no son de aquí sino
del cielo, ¿quién puede conocerlas?
v
Sólo aquel a quien tú, Dios, le hayas
dado la sabiduría, tu espíritu santo
v
Así se hace recto el camino aquí en
la tierra.
Qué interesante descripción. Esta sabiduría no está limitada al pueblo de
Israel, ni siquiera al pueblo cristiano, todo ser humano que vive su vida desde
los valores que Dios ha puesto en nuestro corazón es capaz de vivir con esta
sabiduría, que no está en los libros.
Cuántos de nosotros hemos conocido personas bien
humildes con pocos conocimientos pero que respiran una paz, una capacidad de
escucha y de consejo que nos dejan admirados.
SALMO
RESPONSORIAL – Sal 90,3-4-5-6.12-13.14-17
R. (1) Tú,
Señor, nuestro refugio.
Tú haces volver al polvo a los humanos,
Diciendo a los mortales que retornen.
Mil años para ti son como un día
que ya pasó; como una breve noche.
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
Nuestra vida es tan breve como un sueño;
Semejante a la hierba,
que despunta y florece en la mañana
y por la tarde se marchita y se seca.
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
Enséñanos a ver lo que es la vida
y seremos sensatos.
¿Hasta cuando, Señor, vas a tener
compasión de tus siervos? ¿Hasta cuando?
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda.
Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos,
puedan mirar tus obras y tu gloria.
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
Tú haces volver al polvo a los humanos,
Diciendo a los mortales que retornen.
Mil años para ti son como un día
que ya pasó; como una breve noche.
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
Nuestra vida es tan breve como un sueño;
Semejante a la hierba,
que despunta y florece en la mañana
y por la tarde se marchita y se seca.
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
Enséñanos a ver lo que es la vida
y seremos sensatos.
¿Hasta cuando, Señor, vas a tener
compasión de tus siervos? ¿Hasta cuando?
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda.
Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos,
puedan mirar tus obras y tu gloria.
R. Tú, Señor, nuestro refugio.
v La
primera estrofa que leeremos
o
nos habla de la brevedad de nuestra
vida, (mil años…)
o
de que participamos de la vida con el
resto de lo creado (polvo)
v La
segunda estrofa ofrece otras imágenes para describir esta brevedad
o
Un sueño
o
La hierba que hoy es y mañana ya no
existe
v La
tercera estrofa es una petición de sabiduría
o
Conocer de verdad qué es nuestra vida
o
Sólo entonces seremos sensatos,
sabios
o
Hay como una queja, por la tardanza
en que esto ocurra
v La cuarta estrofa es una oración
o
Pidiendo el gozo en nuestra vida
o
Para que podamos mirar las obras y la
gloria de Dios
EVANGELIO Lc
14,25-33
Lucas nos presenta a Jesús diciendo una de esas
afirmaciones que nos dejan pensativos y preocupados, ¿qué querrá decir?
Ø Sólo
si “odiamos” a los nuestros y a nuestra vida podremos ser sus discípulos
Ø ¿Qué
quiere decirnos Señor?
o
Tu que eres el autor de la Ley que
nos manda amar a nuestros padres, y respetar toda vida, nos dices ahora que
tenemos que “odiarlos” si queremos seguirte?
o
Odiar no tiene el significado que
nosotros le damos ahora en nuestro tiempo, odiar es amar menos, es no preferir
o
¿Nos estarás diciendo que te tenemos
que amar, preferirte a ti más a los
nuestros y a nosotros mismos?
Ø Sigue
luego en este relato evangelico una serie de afirmaciones que tal vez nos
aclaren lo que el Señor nos está
diciendo, recordemos que el tema de este domingo es la sabiduría
o
Quien
no lleva su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo.
o
¿Qué es la cruz propia?
o
Creo que es nuestro propio ser,
nosotros mismos
o
Yo tengo que seguir a Jesús, tal como
soy, no como lo sigue otro, soy yo quien necesita desarrollar una relación
personal, de cercanía y de seguimiento de Jesús
o
Cada uno de nosotros lleva un
cargamento positivo en su vida y otro negativo que a veces se nos hace tan
pesado como una cruz.
o
La cruz puede ser también una
relación, un ser amado que no nos corresponde o que no obra como nosotros
deseamos, un trabajo pesado, ….
o
Cada cual de nosotros puede pensar en
cuál es mi cruz con la que el Señor me llama a que le siga.
Ø Jesús nos da otra explicación mediante unas
reflexiones de prudencia
o
Quién empieza a construir, si quiere
acabar la obra, sera mejor que calcule sus posibilidades actuales.
o
Porque si no hace esto va a ser la
causa de la burla de quienes lo ven.
o
Qué pueblo que quiere entrar en
guerra con otros no calcula primero sus
posibilidades para enfrentarlo y ganar la batalla.
o
Si ve que no puede, lo prudente será
enviar una delegación de paz
Ø Termina
la lectura de hoy diciendo
o
Si no renunciamos a nuestras
posesiones no podremos ser sus discípulos
Ø Creo
que esta última frase explica lo que significa “odiar a los suyos y a la propia
vida”
o
No se trata de abandonar a los
nuestros
o
Se trata de cambiar nuestra relación
con ellos
o
De poseerlos para nuestra
conveniencia, satisfacción, egoismo
o
Pasar a una relación de amor
desinteresado, no para nuestro provecho sino para el bien de los que amamos. De
querer pasar a amar.
Ø Porque
lo que si estamos llamados a hacer es a poner al Señor por encima de todo
cuanto “poseemos” ¿Qué es lo que posees y no quieres dejar?
SEGUNDA LECTURA Fil
9-10,12-17
Esta
carta de Pablo a Filemón tiene un solo capítulo, por eso lo que citamos son los
versículos.






EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL
LA ALEGRÍA DEL AMOR (AMORIS LAETITIA)
DEL PAPA FRANCISCO
El
Evangelio nos recuerda también que los hijos no son una propiedad de la
familia, sino que tienen por delante su propio camino de vida. Si es verdad que
Jesús se presenta como modelo de obediencia a sus padres terrenos, sometiéndose
a ellos (cf. Lc 2,51), también es cierto que él muestra que la elección
de vida del hijo y su misma vocación cristiana pueden exigir una separación
para cumplir con su propia entrega al Reino de Dios (cf. Mt 10,34-37; Lc
9,59-62). Es más, él mismo a los doce años responde a María y a José que tiene
otra misión más alta que cumplir más allá de su familia histórica (cf. Lc
2,48-50). Por eso exalta la necesidad de otros lazos, muy profundos también
dentro de las relaciones familiares: «Mi madre y mis hermanos son estos: los
que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra» (Lc 8,21). Por otra
parte, en la atención que él presta a los niños —considerados en la sociedad
del antiguo Oriente próximo como sujetos sin particulares derechos e incluso
como objeto de posesión familiar— Jesús llega al punto de presentarlos a los
adultos casi como maestros, por su confianza simple y espontánea ante los
demás: «En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como
este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos» (Mt 18,3-4).(18)