30º DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C – 2019
v Seguimos
meditando en el tema de la oración que
hemos visto en los dos domingos anteriores.
v Hoy
vamos a meditar sobre la necesidad de pedir perdón de reconocernos pecadores.
v La
petición de perdón, porque nos sabemos
pecadores, es requisito para empezar nuestra celebración Eucarística y también
nuestra oración pesonal.
LIBRO DEL SIRÁCIDE
v Este libro se ha llamado también
Eclesiástico, ha sido muy usado en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia.
v Es el único libro del Antiguo
Testamento del que sabemos su autor, lugar, lengua, tiempo en que fue escrito y
fue traducido, pues todo esto se encuentra en el libro mismo.
v Fue escrito alrededor del 132 antes de
Cristo, tiempo en que Israel estaba dominado por la cultura helenista que había
causado una pérdida considerable de la tradición y de la fe de Israel en las
nuevas generaciones.
v Cultura helenista quiere decir lo mismo
que griega.
v El autor desea ayudar a sus hermanos
judíos a recobrar el sentido de su fe y lo mismo a las nuevas generaciones.
v El libro pertenece al grupo de los
Libros Sapienciales y en cuanto a su aceptación como libro revelado la Iglesia
católica así lo reconoce, en cambio los hermanos cristianos de otras
tradiciones así como los judíos no lo reconocen como libro revelado, por lo cual se le considera
"deuterocanónico," es decir perteneciente a la segunda lista de
libros reconocidos como revelados (deutero = segunda u otra, canónico viene de
canon=lista) . Los libros del Antiguo Testamento aceptados como revelados por
todos los cristianos y los judíos se llaman "canónicos".
PRIMERA
LECTURA Sir 35,12-14. 16-18
Ø El Señor, nuestro Dios, no es parcial, no tiene preferencias
nos trata a todos por igual
Ø Si tiene alguna preferencia que ha
demostrado a lo largo de nuestra historia ha sido hacia el más pequeño, es decir el más vulnerable, el más pobre, el
abandonado.
Ø Y por eso Dios no está sordo al
o
Llanto del huérfano
o
Ni cuando la viuda derrama sus quejas
Ø Y añade el autor del libro:
o
Dios escucha al que le sirve
o
Su oración llega hasta el cielo
Ø La oración del pequeño
o
Atraviesa el cielo
o
No descansa hasta su finalidad
o
Ni se retirará hasta que el Altísimo Juez responda
o
Y juzgue justamente
Ø Y termina diciendo “El Señor no se retrasará”
Ø Y ¿qué pasa cuando nosotros
experimentamos que no se da prisa en responder?
Ø Sólo Él puede darnos a cada cual la
respuesta adecuada para nosotros, para nuestra vida.
Ø Conversemos íntimamente con Él en
nuestro tiempos de oración silenciosa y amorosa.
Ø Cuando experimentamos su silencio, tal
vez es porque nuestro corazón no está abierto a su presencia, o se deja llevar
de nuestros propios intereses, o no estamos preparados para recibir lo que
pedimos.
Salmo responsorial Sal 34:2-3, 17-18, 19, 23
R. (7a) El Señor no está lejos de sus fieles.
Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesará mi boca de alabarlo.
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegre su pueblo al escucharlo.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.
En contra del malvado está el Señor,
para borrar de la tierra su recuerdo.
Escucha, en cambio, al hombre justo
y lo libra de todas sus congojas.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.
El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Salve el Señor la vida de sus siervos.
No morirán quienes en él esperan.
R. El Señor no está lejos de sus fieles
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegre su pueblo al escucharlo.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.
En contra del malvado está el Señor,
para borrar de la tierra su recuerdo.
Escucha, en cambio, al hombre justo
y lo libra de todas sus congojas.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.
El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Salve el Señor la vida de sus siervos.
No morirán quienes en él esperan.
R. El Señor no está lejos de sus fieles
· Después de escuchar la primera lectura, toda la
asamblea repetirá cantando: El Señor no está lejos de sus fieles”, en cambio en
la Misa celebrada en inglés repetiremos “El Señor escucha el grito del pobre.”
· Ciertamente el Señor no está lejos, está tan cerca que
escucha el grito del pobre, del que sufre cualquiera de las muchas pobrezas que
existen en nuestro mundo.
· Al leer esto me viene a la mente lo que dice Dios a
Moisés en el Éxodo: He visto, he escuchado… su dolor….. vengo a liberarlos, a
sacarlos de esta situación.
· Dios es siempre el mismo, si así hizo con aquel pueblo
de esclavos, lo mismo ha seguido haciendo a lo largo de la historia, y esto es
la seguridad que tenemos que cualquiera que sea nuestra situación de opresión ,
dolor y humillación, Él vendrá a liberarnos en el momento oportuno, sin
tardanza.
EVANGELIO
LUCAS 18,9-14
El domingo pasado leímos
los primeros versículos de este capítulo del evangelio de Lucas
Se nos hablaba de la
oración perseverante
Hoy de nuevo Lucas nos
presenta el tema de la oración
Como todas las parábolas
de Jesús, la de hoy es corta, va al punto del mensaje y trastorna nuestra forma
de ver la realidad que nos rodea, las personas que conocemos.
Dos hombres van al templo
a orar, ¿qué pasa en esta oración que cada cual hace?
Jesús como verdadero
artista, con dos pinceladas nos pinta un cuadro que vale más que cientos de
palabras y de reflexiones teológicas
Uno de los hombres, es un
fariseo, es decir el grupo más perfecto y más observante de la Ley, para todos
los que lo ven es un modelo de comportamiento.
le cuenta a Dios lo bueno que él es, como no
se parece a ninguno de estos maleantes, como por ejemplo ese otro que está
también delante de Dios, como él.
Le hace a Dios una lista
de sus buenas obras, por si acaso Dios no se ha dado cuenta.
La otra parte del cuadro
nos describe al otro hombre, que es un publicano, lo peor de la sociedad, pues
se enriquece con el dinero de los demás y sobre todo que recoge dinero para el
poder opresor "Roma"
Este hombre no tiene nada
que presentarle a Dios, solamente su miseria, que él reconoce y por lo tanto su
oración es una petición de perdón, petición de ser purificado de su pecado, de
ser aceptado a pesar de no tener nada que ofrecer, solo su miseria.
Con gran sorpresa de
nuestra parte y de las gentes del tiempo de Jesús, Él nos dice que de los dos
el que regresó a casa justificado, es decir con sus pecados perdonados, hecho
nuevo, fue el publicano no el fariseo. ¿Por qué será?
Seguramente porque uno
habló de verdad con Dios, se presentó ante Dios tal como era, aceptando su
miseria, y Dios tiene una debilidad especial hacia todo cuanto es pequeño,
pobre y necesitado. Su amor no puede resistir al grito del pobre que clama.
En cambio el fariseo no
hablaba con Dios, hablaba consigo mismo, estaba totalmente engreído, endiosado
de si mismo, naturalmente lo que hizo no fue oración y no alcanzó la purificación
de sus pecados, más bien sumó otro a los que llevaba al entrar en el templo.
Esta parábola tan bonita
y sencilla, tiene que cuestionarnos, nosotros también necesitamos preguntarnos
si nuestra oración, nuestra conversación nace del amor a nuestro Padre Dios, o
nace del amor equivocado a nosotros mismos.
Es preciso que nos
preguntemos ¿cómo me veo ante Dios y ante mi mismo?
Nuestra felicidad está en
la verdad y en la aceptación de quien somos de verdad, bienaventurados nosotros
si nos reconocemos pobres e indigentes ante nuestro Padre, pues él se inclinará
y nos levantará, como hace un padre con su hijo o hija cuando cae.
SEGUNDA
LECTURA 2 Tm 4,6-8.16-18
§ Este fragmento de la carta a Timoteo
tiene dos partes. En la primera Pablo hace un recuento de su vida, la mira como
quien ha llegado o estar por llegar a la
meta. Como el atleta que está a punto de cruzar la línea que marca su
llegada.
§ En la segunda habla con dolor, como con
queja, de su juicio en que no se queja del juicio sino de la soledad en que lo
dejaron todos.
o
Pide que el Señor no se lo tenga
en cuenta, como hizo Jesús en la cruz “Padre perdónalos….” O el diácono Esteban “Señor no les tengas
en cuenta este pecado….”.
o
Luego como hablando consigo mismo se da cuenta que el Señor es quien ha estado con él siempre, que le ha dado la
fuerza para anunciarlo a los gentiles.
o
El Señor es quien lo
protege y lo protegerá hasta llevarlo a su reino.
§ Termina este fragmento diciendo “A Él
la gloria por siempre. Amen”.
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RINCON CLARETIANO
Yo en esta respuesta nada me contenté, antes me quejé a mi confesor porque
no le había obligado a responder un si profesaría o no, porque en esto sólo me
habría quedado tranquila: pues que no tenía ningún empeño en salir ni en
quedarme; si bien la profesión me arrancaba el alma, pues que no sólo la había
deseado con vivísimos deseos los diez años de noviciado, sino desde que tenía
uso de razón; pero en cuanto me hubiera dicho este Santo que convenía para la
gloria de Dios que saliera del convento (que era dividir mi alma) me habría
conformado en la Divina Voluntad: porque desde que Dios Nuestro Señor me había
hecho ver la santidad de aquella alma y los dones de gracia que Su Divina
Majestad le había confiado, era grande la confianza que le tenía, que por su
voz me parecía oía la de Dios. Pero no quiso Nuestro Señor darme este consuelo,
antes quiso que bebiera el cáliz hasta la última gota. Venerable María Antonia París, Fundadora de las
Misioneras Claretianas. Autobiografía 97.
De cuantas
cosas he estudiado y en cuantas me he aplicado durante la vida, ninguna he
entendido tanto como la fabricación. Cabalmente en la casa en que trabajaba
había los libros de muestras que cada año salían en París y Londres, y todos
los años se los hacían venir para estar al corriente de cuanto se adelantaba.
Dios me había dado tanta inteligencia en esto, que no tenía más que analizar la
muestra cualquiera, que al instante tra(z)aba el telar con todo su aparato, que
daba el mismísimo resultado, y aun, si el dueño quería, se hacían mejores. San
Antonio María Claret, Fundador de las Misioneras Claretianas. Autobiografía 58.
BIBLIOGRAFÍA
CLARET, San
Antonio María. Autobiografía
PAGOLA, José
Antonio. El camino abierto por Jesús.
Lucas.
PARIS, Venerable
María Antonia. Autobiografía
SAGRADA BIBLIA.
Versión oficial de la Conferecia Episcopal Española.
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