TERCER DOMINGO DE PASCUA – 2015
« Seguimos celebrando con
gozo la Resurrección de Jesús.
« En este tercer domingo la
liturgia nos presenta el evangelio de Jesús haciéndose presente a los suyos, de
acuerdo al evangelio de Lucas.
« El libro de los Hechos nos
narra como la pequeña y recién nacida comunidad de los discípulos vive su fe en
Jesús resucitado, todavía considerándose parte de la religión judía. Poco a poco irán descubriendo la total
novedad de Jesús hasta que llegue el momento en que entenderán que son algo
nuevo, y que como dijo Jesús “vino nuevo en odres nuevos” “pedazo de tela nuevo
para arreglar un roto en una prenda nueva.”
« Hoy Juan y Pedro dicen
unas palabras que la Iglesia de todos los tiempos ha necesitado repetirse y
hacerlo realidad: “no tenemos ni plata, ni oro… lo que tenemos es nuestro
testimonio de la RESURRECCIÓN DE JESÚS.
¡ALELUYA, JESÚS,
EL SEÑOR HA RESUCITADO!!!!
PRIMERA
LECTURA – Hechos 3, 13-15. 17-19
« Pedro y Juan suben al
Templo en un día corriente para el culto oficial judío de la tarde.
« Ven un paralítico, pero no solamente lo ven de paso, se dan cuenta de
su dolor, de su tristeza, de su sufrimiento, así como habían visto tantas veces
a Jesús mirar a quien sufría.
« Pedro le pide que los
mire, le dice que no tienen bienes materiales para compartir con él, pero que
lo que tienen lo van a compartir: la fe en el Señor Jesús resucitado, en el
poder que Jesús les dio antes de partir.
LEVÁNTATE Y CAMINA.
« La liturgia de la Palabra
de este domingo nos ofrece la explicación que Pedro da de la obra de poder que
acaban de ver, hecha no por ellos sino por el Señor Jesús.
« Es el segundo discurso misionero de Pedro:
o
¿Por qué se asombran?
Y se quedan mirándonos como si hubiésemos hecho nosotros el milagro.
o
El milagro, la sanación de este hombre es obra de Jesús.
No tendrían que extrañarse ya que Jesús hizo muchas de estas obras mientras
vivía entre nosotros. Él “pasó haciendo el bien y curando a los enfermos y
liberando a los endemoniados.”
o
Pedro recuerda a sus oyentes como el Dios de Abraham… ha
glorificado a su siervo Jesús
§ Al que ellos entregaron a
los paganos
§ Les recuerda como
rechazaron a quien había hecho el bien y pidieron la libertad de un asesino.
§ Mirando a este pueblo que
no supo elegir el bien y prefirió la muerte y el mal, tal vez nos veamos a
nosotros, a nuestra generación actual y a todas las generaciones humanas. ¿Acaso
no elegimos también con mucha frecuencia la muerte en vez de la vida? ¿Acaso no
se habla de la cultura de la muerte,
propia de la generación actual?
§ Pensemos un poco de
cuantas maneras se manifiesta esta cultura de la muerte en nosotros mismos.
§ Pero DIOS LO HA RESUCITADO DE LA MUERTE Y NOSOTROS SOMOS TESTIGOS DE ELLO
§ ¿Somos nosotros testigos
de la resurrección, de la vida nueva, con nuestra vida también nueva y cambiada
después de habernos encontrado con el Resucitado? ¿creemos en la resurrección
de Jesús y en la nuestra?
o
Pedro sigue
diciendo que sabe que actuaron tanto ellos como sus jefes por ignorancia.
o
Les invita a la conversión y al arrepentimiento para que
sus pecados sean perdonado.
SALMO
RESPONSORIAL Salmo 4,2.4.7-8.9
EN TI SEÑOR CONFÍO
Ø El salmista habla de Dios
a “los señores” tal vez enemigos, y a “muchos” tal vez amigos.
Ø El tono de este salmo es
la confianza plena en Dios porque he tenido la experiencia de que cuando lo
llamo me responde y me defiende.
Ø El tema de este salmo va
bien con lo que celebramos durante la Pascua, Dios, el Padre ha liberado a
Jesús de la muerte, lo ha resucitado a una vida nueva.
Ø Hay en este salmo versos
de una gran hermosura en los que el orante manifiesta su confianza en Dios: Tú
has puesto alegría en mi corazón; cuando me acuesto me duermo porque tú Señor
has traído seguridad a mi morada.
Ø La morada puede ser mi
casa, pero también puede ser mi misma persona, mi interioridad, lo que llamamos
mi corazón.
CONFÍO EN TI PORQUE TÚ
ERES MI DIOS.
Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor,
tú, que en la angustia me diste un desahogo:
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Sepan que el Señor hizo maravillas por su amigo:
él me escucha siempre que lo invoco.
Hay muchos que preguntan:
«¿Quién nos mostrará la felicidad,
si la luz de tu rostro, Señor,
se ha alejado de nosotros?».
Pero tú has puesto en mi corazón más alegría
que cuando abundan el trigo y el vino.
Me acuesto en paz y en seguida me duermo,
porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso.
SEGUNDA
LECTURA 1 Jn 2,1-5
« Miremos de nuevo esta semana algunos aspectos de la carta:
o
La comunidad a la que va dirigida la carta es una iglesia
de Asia Menor, discípula de Juan. Sus miembros son de la segunda o tercera generación.
o
Son cristianos nuevos, lejos ya de aquellos primeros
testigos, e incluso de los miembros de la segunda generación.
o
Su conducta está basada en los testigos que vieron y
oyeron y tocaron al Verbo de la Vida, y ahora les anuncian para que compartan
la misma felicidad que ellos experimentan.
o
Estos cristianos están enfrentados a una herejía sobre
Jesús: desvalorización del Jesús histórico y negación de la redención por la
sangre.
o
El autor enfrenta esta situación para ayudar a sus
hermanos y hermanas de la siguiente forma:
§ Hace consciente a la
comunidad de la exigencia de la vida cristiana
§ Discernimiento entre lo
que es ser cristiano y no serlo o ser un engaño
§ Ofrece criterios para
hacer este discernimiento y da la certeza de estar en comunión con el Padre y
el Hijo y el Espíritu Santo.
« Meditemos sobre el
mensaje que nos ofrece la lectura de este domingo:
§ Juan escribe para ayudar a los destinatarios
de la carta a estar lejos del pecado
§ Pero si pecamos, tenemos
un intercesor junto al Padre, Jesucristo que es justo.
§ Juan dice que para estar
seguros de que conocemos a Jesús (conocer aquí significa no un conocimiento
solamente intelectual sino un conocimiento vivencial en el amor) es que
guardamos sus mandamientos, podríamos decir somos fieles a la nueva alianza que
él ha sellado con su sangre, al único mandamiento de Jesús: el amor de unos
para con otros.
EVANGELIO
DE LUCAS 24,35-48
En su liturgia la Iglesia nos ha presentado en los
domingos anteriores relatos de resurrección narrados por Marcos y Juan. Hoy nos
ofrece uno de Lucas
Se encuentra al final del evangelio de Lucas.
Veamos qué mensaje nos trae
Simón (Pedro) ha
visto a Jesús y esto ya ha convencido a la comunidad de la verdad de la
resurrección.
Llegan los de Emaús, a los que Jesús por el camino les
explicó el significado de las Escrituras y partió en Pan para ellos al sentarse
a la mesa. Ellos anuncian también que lo
han visto y que lo reconocieron cuando Él hizo el gesto tan familiar de partir
el pan.
La pequeña comunidad ya cree en la resurrección, por lo
que ha oído de los testigos, pero para poder ser testigos necesitarán ver,
tener ellos también la experiencia del Resucitado.
Jesús se hace presente entre ellos y
o
ellos como que no pueden creer pues es tanta la alegría.
Lo habían visto muerto en aquella cruz, todos ellos lo habían dejado solo en el
momento en que más los necesitaba ¿cómo puede ser que venga a vernos?
o
Soy yo, miren como tengo carne y huesos, los fantasmas no
los tienen.
o
Esta afirmación que nos pone Lucas nos dice que al que
ven es al mismo Jesús con el que convivieron por unos años. El Resucitado es el
mismo Jesús de Nazaret, su Maestro y amigo.
o
Jesús los quiere convencer, denme algo de comer. Ustedes
saben que los muertos y los fantasmas no comen.
o
Aquí hace con ellos lo mismo que hizo con los de Emaús,
les abrió la inteligencia para que pudiesen comprender las Escrituras.
o
¿No es esto lo que hace con nosotros? Él es quien nos
abre la inteligencia a las escrituras, ¡qué consuelo tan grande saber que
cuando leemos, meditamos y compartimos con fe y amor las Escrituras, Él está
con nosotros y nos las explica!
o
Después de ver al Señor resucitado, después de entender
el significado de los acontecimientos del viernes santo, ya están listos para
ser enviados a la gran misión: ser testigos de todo esto, ¿qué es todo esto?
JESÚS DE NAZARET MUERTO Y RESUCITADO POR NOSOTROS.
o
Para ayudarles les enviará la promesa del Padre: EL
ESPÍRITU, la fuerza que viene del Padre.
Nosotros también necesitamos tener la misma experiencia
de esos hombres para poder anunciar:
o
Ver al Señor resucitado, ¿cómo lo podemos ver?
o
Todo empieza para nosotros cuando tenemos esa experiencia
particular para cada uno, que nosotros llamamos la experiencia de Dios.
o
¿Dónde? Un retiro, un acontecimiento feliz, un
sufrimiento grande, una pérdida de alguien querido, una enfermedad que
disminuye mis posibilidades de hacer… Aquello que nos hace exclamar “he
encontrado al Señor” y siempre será el Señor resucitado ya que el Señor está
resucitado.
o
A veces será algo brusco, repentino, incluso podríamos decir
violento. Otras veces será suavemente casi sin darnos cuenta de momento, sólo
más tarde empezamos a darnos cuenta de que algo nuevo ha sucedido, ha empezado
en nuestra vida.
o
A partir de ese momento empieza para nosotros un camino
de “conversión” siguiendo al Maestro que camina delante de nosotros.
o
Cuando la experiencia ha sido real, aunque tengamos
subidas y bajadas en nuestra vida espiritual, la experiencia siempre nos regresa
al primer encuentro y sigue cambiando nuestras vidas.
o
Y este cambio visible para todos es nuestro primer medio
de anunciar del Señor resucitado. Habrá luego un segundo momento en que
usaremos palabras para explicar el significado de este cambio a quienes nos lo
pregunten.
Dios mío Trino y Uno Padre, Hijo y Espíritu
Santo; os suplico que os dignéis iluminarme con vuestra infinita sabiduría,
para que os conozca a Vos y me conozca a mí, y conozca también todo lo que Vos
queréis que haga, para serviros y amaros con toda la perfección que es posible
en esta vida con vuestro divino favor; enseñadme Dios mío, todo lo que conviene
para toda la familia que me habéis encomendado en general, y para cada una de
mis amadas hermanas en particular: dignaos iluminarlas a todas para que
conozcan todo lo que Vos queréis de cada una, para que seamos dóciles y no
resistamos a vuestras divinas inspiraciones y santísima voluntad. (María Antonia París, Fundadora de las
Misioneras Claretianas. Oración de la mañana que ella recitaba cada día).
Ea, pues, Madre mía, ¿qué falta? ¿Queréis acaso un instrumento del que
valiéndoos pongáis remedio a tan gran mal? Aquí tenéis uno, y al mismo tiempo
que se conoce el más vil y despreciable, se considera el más útil a este fin,
para que así resplandezca más vuestro poder y se vea más visiblemente que sois
Vos la que obráis y no yo. Ea, amorosa Madre, no perdamos tiempo; aquí me
tenéis, disponed de mí; bien sabéis que soy todo vuestro. Confía que así lo
haréis por vuestra gran bondad, piedad y misericordia, y os lo ruego por el
amor que tenéis al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. (Antonio María Claret, Fundador de las Misioneras Claretianas.
Autobiografía 156. Esta oración va después
de otra en que le pide a María destruya las herejías que existían en ese
tiempo)
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