ü El profeta Jeremías
confiesa que no puede dejar de hablar lo que Dios le revela, es como fuego en
su interior que le impulsa a seguir hablando.
.
ü Jesús nos dice que quien
quiera seguirle necesita negarse a si mismo antes.
ü Pablo nos invita a
ofrecernos como sacrificio viviente y santo agradable a Dios
PRIMERA LECTURA Jer 20:7-9
v Este
fragmento está tomado del final de la
sección llamada “confesiones de Jeremías” que empieza en el capítulo 10.
v A lo largo de
todos estos capítulos se van intercalando en el libro de Jeremías lo que se ha
llamado “confesiones” textos que revelan una intimidad sin igual del profeta
con su Dios. Todos estos textos son de
una belleza extraordinaria y nos revelan la figura de un hombre enamorado de su
Dios.
v Me sedujiste…
palabras fuertes que revelan la lucha interior de este hombre totalmente
enamorado de Dios y al mismo tiempo cansado de sufrir por causa de la palabra
que se vuelve fuego en su interior
v Tú fuiste más
fuerte que yo por eso me pudiste, esta es una imagen muy fuerte que describe lo
que pasa en la seducción, y Jeremías dice que esto es lo que ha sucedido entre
Dios y él.
v La queja de
Jeremías por esta seducción es que desde entonces tiene que hablar lo que Dios
le revela, y lo que le revela son las desgracias que su pueblo sufrirá debido a
su infidelidad.
v Y el mismo
Jeremías nos dice que en su interior toma la decisión de no escuchar ya más, y
de no transmitir el mensaje, de no hablar más en nombre de Dios
v Pero ¿qué
pasa? No puede y ¿por qué?
v La palabra se
ha vuelto fuego dentro de él y tiene que sacarla, pronunciarla, darla porque no
puede resistir el sufrimiento que le causa guardarla sin compartirla.
v ¡Qué imagen
tan hermosa del amor a la Palabra, del poder de seducción que tiene la Palabra!
v ¿Nos hemos
dejado seducir como Jeremías? ¿Es la Palabra de nuestro Dios fuego que nos
quema las entrañas?
v Si aun no lo
es, pidámosle a Dios, a Jesús que su palabra se vuelva fuego que nos abrase
para que podamos abrasar el mundo entero en su amor.
SALMO RESPONSORIAL Sal 63, 2. 3-4. 5-6.
8-9
MI ALMA
TIENE SED DE TI, SEÑOR, MI DIOS.
Oh Dios, tú eres mi Dios, yo te busco
ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi
carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua.
Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán.
Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso,
y mi boca te alabará con júbilo en los labios.
veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene.
ü Este salmo tiene el mismo
tono de intimidad que hemos visto en la primera lectura.
ü Tú eres mi Dios, te
busco, me adhiero a ti, te busco, elevo mis manos hacia ti…
ü Dios es todo para el
salmista que exhala como un suspiro su anhelo de Dios, su atracción hacia su
Dios.
EVANGELIO Mt 16,21-27
v Después de la confesión
de Pedro, “tú eres el Cristo, el Mesías” que leíamos el domingo pasado Jesús empieza
a enseñarles lo que significa que él es el Cristo.
v Ser el Cristo, su
fidelidad a su misión va a comportar para Jesús sufrimiento, desprecios,
persecución y finalmente muerte.
v Pero la muerte no será el
final, porque al tercer día resucitará.
v ¿Qué significa que
resucitará? ¿Qué quiere decirnos? No entendemos…
v Pedro, el hombre amigo
íntimo de Jesús, al que quiere con todo su ser, el Pedro siempre impulsivo
vuelve a hablar, pero esta vez no repite las palabras del Padre, sino las suyas
propias.
v ¡No lo quiera Dios Señor!
¿Cómo va a ser esto verdad? Imposible, tú eres el Cristo ¿no te acuerdas? Y el
Cristo no puede sufrir, ni ser derrotado.
v Pedro tú piensas como
hombre, Jesús les está invitando, nos está invitando a ver la vida con los ojos
del Padre que sabe cual es nuestro bien.
v La respuesta de Jesús es
fuerte “ponte detrás de mi Satanás…” ¿qué sentiría Pedro al oírse llamar
Satanás, es decir “tentador”.
v ¿Podía Pedro con sus
palabras, ser tentación para Jesús? Esto
es un misterio insondable.
v ¿Acaso le pasaba a Jesús
lo que a Jeremías? No hablaré más de ti, pero no, tu palabra es fuego dentro de
mi. Serían las palabras de Pedro eco de la tentación en el desierto: tú puedes
ser Mesías de una manera más fácil y espectacular y todos te seguirán….
convierte las piedras… tírate abajo… arrodíllate ante mi…
v ¿Por qué ponte detrás,
que es lo mismo que sígueme? Porque quien va delante es el maestro, el
discípulo sigue al maestro.
v Y Jesús les da la gran lección,
la gran revelación:
o
Quien quiera seguirme, ir detrás de mi,
§ renuncie a si mismo =
niéguese
§ Tome su cruz, su vida, su
propio ser
§ Y venga detrás de mi
o
Y esto por qué,
§ Porque quien quiera
salvar su vida al margen de mi, la perderá
§ Pero quien la pierda por
mi y conmigo la encontrará de nuevo
§ Porque qué le aprovecha a
un hombre o a una mujer ganar todo el mundo si pierde en ello su vida.
§ Y ¿qué podrá dar entonces
a cambio de su vida, o para rescatarla?
v Este evangelio nos
enfrenta a la pregunta fundamental de nuestra vida, el seguimiento de Jesús al
que hemos sido llamados antes de ser concebidos, y que se ha hecho visible y
público en nuestro bautismo.
v En nuestro bautismo
fuimos sumergidos en la muerte y resurrección de Jesús para ser otros Cristos y
así continuar en el mundo su misión de buscar los hermanos y hermanas que se
han perdido por el camino.
v Termina el evangelio de
este domingo con estas palabras de Jesús: el Hijo del hombre vendrá al final de
los tiempos, vendrá no en la humildad como ahora, sino en la gloria del Padre
que es su gloria, y dará a cada cual lo suyo.
v Ven Señor Jesús ya desde
ahora y tú que eres el camino, camina con nosotros para que cuando vengas al
final nos digas las palabras tan esperadas “ven bendito, ven bendita de mi Padre
porque me amaste en cada hermano y hermana necesitado que encontraste en el
camino de tu vida”.
SEGUNDA LECTURA Rom 12,1-2
Pablo nos urge a ofrecernos, ofrecer nuestros cuerpos,
nuestro ser a Dios como ofrenda agradable y santa.
En nuestro bautismo fuimos ungidos “sacerdotes, profetas
y reyes”. Nuestro ser sacerdotal nos capacita para ofrecer sacrificios a Dios,
y nuestro sacrificio es nuestra propia vida “sus cuerpos”
¡Qué consuelo da y qué entusiasmo despierta en nosotros
saber que mi vida, sencilla, a veces rota, oculta a los ojos del gran mundo,
puede ser una ofrenda agradable a Dios si se la ofrezco con sencillez y
humildad.
Esta vida mía se convierte entonces en un culto de
adoración a Dios.
Sí, mi vida de esposo o esposa, de padre o de hijos, de
sacerdotes y de laicos, de ancianos y jóvenes… Esta vida mía tiene la
posibilidad de ser una ofrenda de adoración a mi Dios.
Sigue Pablo y nos invita a no conformarnos con la mente
del mundo de pecado, del mundo que vive al margen de Dios y del bien de los
demás.
Dejémonos transformar renovando nuestra mente, nuestra
manera de ver la vida, dejémonos encender por el Espíritu de Jesús para que así
podamos conocer lo que es bueno y agradable a Dios nuestro Padre, a Jesús
nuestro hermano, al Espíritu nuestro maestro.
No había
una hora que habíamos llegado al puerto cuando se supo por la población que
acababa de entrar «Rosalía», la que creían perdida por las fatales noticias que
corrían (que yo no sé cómo se pudo saber porque desde el día que empezó a
entrar el agua, permitió Dios Nuestro Señor, que quiso ser nuestro ayudador,
que no encontrásemos ningún buque para que nadie nos sacara del apuro sino su
omnipotente mano. Así que luego se dijo que llevaba monjas, y movió Dios tan
fuertemente las entrañas de piedad a una señora muy devota, que al momento
mandó a su marido a ofrecernos toda su casa y personas. Y no pudiendo
desembarcar en este puerto por el temporal sobredicho, nos mandó este buen
señor una carta de recomendación con un bote que parecía un caballo a la posta
por encima de las espumas de aquel mar tempestuoso (también nos trajo provisión
de víveres). Esta carta iba dirigida a un amigo suyo que tenía en Lanzarote en
donde se creía desembarcaríamos, y le decía hiciera con nosotras todo lo que
haría por su familia. Cumplió tan finamente éste su amigo, que fue preciso
poner término a sus excesos.Venerable
María
Antonia París, Fundadora de las Misioneras Claretianas, Autobiografía 153.
BIBLIOGRAFÍA
Yo me quedé en la Ciudad, abrí y empecé
la Santa Visita, empezando por la Catedral, parroquias, etc., y todos los días
administraba el sacramento de la Confirmación, y como había tanta gente para
confirmar, a fin de evitar confusión hice imprimir unas papeletas al efecto,
repartiendo en los curatos el día antes el numero que en el día siguiente se
podrían confirmar. En dicha papeleta se escribía el nombre del confirmando ,
Padres y Padrino , y así evitaba confusión [y] aglomeración de gente, y con más
reposo y sosiego se copiaban después en los libros los nombres; así lo hice
siempre, y me fue muy bien en tantos como confirmé, que no bajarán de
trescientos mil en los seis años y dos meses que estuve en aquella Isla.
Además de la visita y confirmaciones,
predicaba en todos los domingos del año y fiestas de guardar; esto nunca jamás
lo omití en cualquier parte de la Diócesis en que me hallase. A los principios
de junio, ya salí de la ciudad, y fui al Caney a concluir la Misión que habían
empezado y continuado con grande provecho el P. Esteban y el P. Curríus; yo confirmé
a todos y terminé la Misión. San
Antonio María Claret, Fundador de las Misioneras Claretianas, Autobiografía 515-516.
CLARET, Antonio María Claret, Autobiografía.
PAGOLA, José A. El camino abierto
por Jesús. PPC 2012
PARIS, María Antonia, Autobiografía
STOCK, Klemens. La Liturgia de la Palabra. Ciclo A (Mateo) 2007
LA BIBLIA, traducción tomada de la página web del Vaticano.
LA BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO. Texto de Luis Alonso Schökel.
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