PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO A - 2019
- Empezamos un nuevo ciclo litúrgico y con él la lectura de un nuevo evangelio, el evangelio de Mateo.
- Durante el ciclo A Mateo nos presentará a Jesús como el Dios-con-nosotros, Emanuel.
- El Emanuel que está donde dos o tres se reúnen en su nombre,
- El Emanuel que recibe como hechas a él todas nuestras acciones, las buenas y las malas.
- El Emanuel que estará con nosotros, hasta el fin de la historia.
- Hoy las lecturas nos hablan de la venida del Señor al final de los tiempos para la que hemos de estar preparados y esperarla porque con el Señor viene la restauración de todo y la eliminación de todo mal.
PRIMERA LECTURA 1S
2,1-5
ü El
profeta ve en el futuro un tiempo de paz y de bien que viene del monte santo
donde se asienta Jerusalén.
ü Jerusalén
vista como la ciudad santa que en el apocalipsis se convertirá en la ciudad
modelo que baja del cielo, en la esposa que se adorna para su esposo.
ü Los
pueblos caminarán hacia esta ciudad porque en ella está la casa de Dios.
ü Y luego
el profeta da una descripción casi idílica o paradisíaca de la sociedad cuando
toda sea construida y edificada mirando el modelo de la ciudad santa.
ü Sus
espadas y flechas de instrumentos de muerte se convertirán en instrumentos de
vida.
ü las
naciones serán hermanas y ninguna entrenará a sus habitantes para la guerra.
ü Termina
el texto invitando a caminar hacia la luz del Señor.
ü Todo
esto es figura de lo que pasa en cada persona humana que acepta al Señor en su
vida; en cada pueblo que se decide a reconocer que Dios es Dios y decide
eliminar los ídolos de la opresión.
SALMO RESPONSORIAL 122,1-2.3-4.4-5,6-7,8-9
R. Vayamos con alegría al encuentro del
Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron:
“Vayamos a la casa del Señor”!
Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Digan de todo corazón: “Jerusalén,
que haya paz entre aquellos que te aman,
que haya paz dentro de tus murallas
y que reine la paz en cada casa.”
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Por el amor que tengo a mis hermanos,
voy a decir: “La paz esté contigo”.
Y por la casa del Señor, mi Dios,
pediré para ti todos los bienes.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron:
“Vayamos a la casa del Señor”!
Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Digan de todo corazón: “Jerusalén,
que haya paz entre aquellos que te aman,
que haya paz dentro de tus murallas
y que reine la paz en cada casa.”
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Por el amor que tengo a mis hermanos,
voy a decir: “La paz esté contigo”.
Y por la casa del Señor, mi Dios,
pediré para ti todos los bienes.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
ü El domingo pasado
Solemnidad de Cristo Rey leímos el mismo salmo menos las dos últimas
estrofas.
ü La ciudad santa cuya belleza
externa de su construcción, de sus edificios, cautiva
la mirada y el corazón de quien la visita
ü tiene también una belleza interna que le da la
paz de que gozan sus moradores y la justicia que se imparte a sus puertas.
ü Termina el salmista
hablando de amigos y hermanos ya no se mencionan enemigos como en otros salmos
ü Finalmente los miembros
de la raza humana llegaremos a darnos cuenta de que somos todos hermanos y
hermanas, hijos e hijas de un sólo y único Dios y Padre creador de todo y de
todos.
EVANGELIO Mt 24,37-44
El penúltimo domingo del
tiempo ordinario y del año litúrgico Jesús tranquilizaba a los suyos y los
prevenía de no dejarse engañar por aquellos que les dijeran que él ya estaba
aquí, esto no sucederá tan pronto.
Lo mismo les decía el
autor de la segunda carta a los Tesalonicenses a su comunidad.
Sí que el Señor nos
exhorta a estar preparados para recibirle y pone los ejemplos del diluvio, en
que cada cual hacía lo suyo se entiende sin preocuparse de nada más que esto y
el diluvio los sorprendió, como nos han sorprendido siempre las tormentas
aunque algunos piensen en prepararse para protegerse de ellas.
También nos dice el Señor
que cuando él venga todos estarán en su vida cotidiana, y los habrá que estarán
trabajando, alguno estará dispuesto a recibirle y otro no.
Para ayudarnos a entender
y creer lo que nos está diciendo pone el ejemplo del que tiene posesiones, si
supiese cuando viene el ladrón lo esperaría para que no le saqueara la casa.
Cuanto más nosotros que esperamos
no un ladrón sino el Señor de nuestras vidas, al que se supone debemos preferir
a todo.
Al final de la lectura el
Señor ya nos dice claramente ESTÉN PREPARADOS, porque no saben cuando vendré.
Y la preparación no es
dejar de hacer nuestras obligaciones, ni repetir oraciones como los paganos, ni
pasarnos horas y horas arrodillados en la iglesia para "complacer" al
Señor, no sea que se enoje con nosotros. No, la preparación nos la dice el
mismo Mateo en el capítulo 25 de su evangelio: tuve hambre, tuve sed..... cada
vez que lo hiciste para uno de mis hermanos más pequeños me lo hiciste a mi.
SEGUNDA LECTURA Rm 13,11-14
v Pablo nos invita a la
vigilancia como Jesús en el evangelio
v Lo hace usando imágenes
de la noche y del día
v Cuando llega el día nos
preparamos para la jornada
v Cuando caemos en cuenta
de que el Señor está y quiere ser parte de nuestra vida dejamos nuestras
actuaciones negativas y pecaminosas y empezamos una camino nuevo de vida
"arrojemos las obras de la oscuridad y pongámonos el traje que corresponde
para trabajar."
v Pablo especifica las
obras de las tinieblas, el traje de noche que tenemos que desechar:
borracheras, relaciones sexuales deshumanizadoras, rivalidades y celos.
v Luego nos invita a
cambiar este traje de la noche por el traje que corresponde a la luz que es
Jesucristo el Señor.
v En nuestro bautismo nos
dieron una ropa blanca y se nos invitó a ponerla, usarla y conservarla para el
día en que el Señor nos llame.
v Esta vestidura es el
Señor Jesús, es la vida de la gracia, la vida de Dios que se nos ofrece para
que podamos vivir como hijas e hijos suyos.
RINCON CLARETIANO
Yo todo era llorar;
y rogar día y noche a Dios y a María Santísima que se dignaran iluminarles a
fin de que saliéramos de una vez del apuro. ¿Qué dirán, decía yo, en mi casa de
hacerles gastar sin provecho, si no profeso? ¿Y qué dirá la Madre Priora, sino
que todo es ficción y mentira? ¿Cómo le pago las finezas con tanta ingratitud?
Tantas pruebas de amor, especialmente en estos últimos días, que rebosaba de
contento (por verme ya profesa como ella decía, por los grandes deseos que de
ello tenía que yo no sé por qué me amaba tanto). Cada expresión de cariño que
me hacía era para mí un dardo que penetraba mi alma por la pena que después le
habría de causar mi separación, porque a mí ya me daba gracia Nuestro Señor
para todo sacrificio. Y así decíale a Dios: «esto Señor me hace multiplicar mis
lágrimas e importunaros con mis ruegos». Venerable María Antonia París, Fundadora de las Misioneras
Claretianas, Autobiografía 103.
¡Pero cuán inescrutables son los juicios
de Dios!... Al paso que a mí la fabricación me gustaba tanto y había en ella
hecho los progresos que he dicho, no me supe resolver; sentía interiormente una
repugnancia en fijarme y hacer que mi Padre comprometiera intereses. Le dije
que me parecía que aún no era tiempo, que yo era muy joven, y además, siendo
pequeño, los trabajadores no se dejarían gobernar por mí. Me contestó que esto
no me diera cuidado, porque otro ya gobernaría los trabajadores; que yo sólo tendría
que ocuparme de la parte directiva de la fabricación... También me excusé
diciendo que después ya veríamos, que por ahora no me sentía inclinado. Y, (a)
la verdad, fue esto providencial. Cabalmente, yo nunca me había opuesto a los
designios de mi padre. Esta fue la primera vez que yo no hice su voluntad, y
fue porque la voluntad de Dios quería de mí otra cosa, me quería eclesiástico y
no fabricante, aunque yo en este tiempo no lo conocía no pensaba en ello. . San Antonio
María Claret, Fundador de las Misioneras Claretianas, Autobiografía 64.
BIBLIOGRAFÍA
CLARET, Antonio María Claret, Autobiografía.
PAGOLA, José A. El camino abierto por Jesús. PPC 2012
PARIS, María Antonia, Autobiografía
.
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