CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO – C - 2022
ü Jesús sigue en Nazaret en la sinagoga de su
pueblo
ü La admiración se convertirá en ira
ü Seguramente creen que nada bueno puede salir
de la boca de un carpintero
LIBRO DE JEREMIAS
Ø Jeremías tuvo una gran intimidad con el Señor,
a quien habla como con un amigo, se queja, se maldice a sí mismo, abre
totalmente su corazón lastimado al Señor y Dios al que ama entrañablemente
Ø Muchas cosas podríamos decir del libro que
lleva su nombre, pero aquí solo daré algunas indicaciones en cuanto a la
composición del libro, que tal vez nos van a sorprender
Los libros
proféticos del Antiguo Testamento están redactados en verso, en cambio el de
Jeremías intercala bastantes textos en prosa, y combina un buen número de
diferentes estilos literarios.
Ø Otra constatación que podemos hacer de este
libro es el desorden del material que compone el libro, no sigue una línea
cronológica clara.
Aunque es cierto
que entre el inicio -vocación del profeta-
y el final - desaparición de Jeremías de la historia, camino de Egipto,
existe una continuación biográfica.
Ø Todo esto hace pensar que el texto ha experimentado
diferentes correcciones, arreglos, cambios, ampliaciones y mutilaciones. Los
redactores se esforzaron por sistematizar en lo posible el texto. Sea lo que sea que haya ocurrido este libro es
muy hermoso, todos nosotros podemos comprender y sentir con el profeta en su
amor y sus quejas al Dios por quien dio su vida y cambió sus planes como él
mismo nos dice. [1]
PRIMERA LECTURA – Jer 1, 4-5. 17-19.
v Jeremías ha recibido una llamada del Señor,
que leemos en los versículos anteriores, en esta llamada Dios le revela como
Dios estaba presente ya en su vida cuando él se iba formando en el seno de su
madre
v Esto puede entusiasmar a cualquiera, puede
empezar a formarse una relación profunda de intimidad y de amistad entre Dios y
el profeta.
v Ahora Dios le revela su misión, para qué lo
ha escogido lo primero es que va a ser profeta de las naciones, ¿pero ¿qué
comporta esto?
o Anunciar, decir a los que será enviado lo que
el Señor su Dios le diga. El Señor mismo había tocado su boca y puesto en ella
sus propias palabras
o Y añade Dios, el motivo por el cual no tiene
que tener miedo, pues es Dios quien lo hace ciudad fortificada, columna de hierro,
puerta de bronce, todo realidades que parecen infranqueables, indestructibles.
Este será Jeremías, el hombre tímido que siempre tendrá miedo pero que por amor
a su Dios y a su pueblo transmitirá la verdad que Dios le comunicará. Su vida
se gastará para su Dios y para su pueblo, sus dos amores.
Salmo
Responsorial salmo 70,
1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17
R.
Señor, tú eres mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza,
que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme;
escucha mi oración y ponme a salvo. R.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Sé para mí un refugio,
ciudad fortificada en que me salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa,
líbrame, Señor, de los malvados. R.
R. Señor, tú eres mi esperanza
Señor, tú eres mi esperanza;
desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre
yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R.
R. Señor, tú eres mi esperanza
Yo proclamaré siempre tu justicia
y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño
y seguir alabándote es mi orgullo. R.
R. Señor, tú eres mi esperanza
§ Al leer
este salmo parece que escuchamos la voz de Jeremía en oración a su Dios
o Pide
ayuda, protección, su misión es peligrosa, su vida está en peligro
o Dios le
había dicho cuando lo envió que lo haría ciudad fortificada, pilar de hierro,
puerta de bronce. Ahora en este hermoso salmo el salmista pide a Dios que sea
él,Dios, este ciudad fortificada… para él.
o Como
que le recuerda a Dios, lo que Dios le dijo que lo conocía, lo protegia, lo iba
creando en el seno materno
o Toda su
vida será una alabanza, una oración a su Dios y una obediencia a la misión, que
el Dios amado por encima de todo incluso
su vida, lo ha llamado.
EVANGELIO DE LUCAS
v El
evangelio de Lucas es sin duda el más atractivo. El primero que hemos de leer
para descubrir con gozo a Jesús, el Salvador enviado por Dios “para buscar y
salvar lo que estaba perdido”.
v No
sabemos con certeza el nombre del autor. Se le atribuye tradicionalmente a un
médico cristiano, compañero de Pablo, llamado Lucas.
v Ha sido
escrito fuera de Palestina, probablemente en Roma, entre los años 80 y 90.
v El
autor se dirige a lectores de cultura griega, este evangelio no parece
destinado a una comunidad claramente identificable.
v El
libro está dedicado a un cristiano llamado Teófilo, para que lo difunda entre
cristianos provenientes del paganismo. [2]
EVANGELIO
DE LUCAS 4,21-30.
Jesús después de leer el pasaje de Isaías
“el Espíritu de Dios está sobre mi, me ha enviado…” dice a la asamblea de su
pueblo “hoy se cumple esta profecía en presencia de ustedes”.
La reacción es interesante, todos están
maravillados, tal vez diríamos sorprendidos de las palabras tan sabias, tan
bellas que salían de la boca de aquel joven carpintero de su pueblo. Todos
ellos lo conocen, unos incluso desde antes de nacer, saben la historia de su
madre que lo concibió antes de casarse con José. En fin, ellos sabían que él no
podía saber todo lo que sabía.
Jesús, como si leyera sus pensamientos,
les recuerda el refrán de “médico cúrate a ti mismo” es decir haz aquí los
milagros que has hecho en otras partes
En respuesta les recuerda la historia de
la viuda pagana a la que Elías fue enviada para favorecerla en sus
sufrimientos; también la curación del general sirio Naamán a quien Eliseo curó
de lepra. Ninguno de estos dos profetas fue enviado al pueblo de Israel sino a
lugares paganos.
Aquí llegó al colmo su enojo, cómo ¿es que
les decía que eran ellos peor que los paganos? ¿Dios no lo enviaba a él a su
pueblo como no envió los profetas al pueblo de Israel…?
Tanta es su ira que quieren matarlo.
Termina el evangelio con esta frase “ Pero él,
pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.”
Meditemos esta
lectura junto con la primera, pues los liturgistas las han puesto juntas porque encuentran en ellas el mismo tema, es
decir que se explican mutuamente.
¿Me escandalizo
cuando alguien que considero “menos” me demuestra con su actuar que estoy
equivocado, equivocada?
Segunda
Lectura 1
Cor 12, 31–13, 13
·
Seguimos con la primera carta de Pablo a
los Corintios. Hoy tenemos la última parte del capítulo 12 y la primera del
13.
·
El domingo pasado Pablo hablaba de la
iglesia y la comparaba con el cuerpo que tienes muchos miembros diferentes,
pero todos forman un solo cuerpo
·
Hoy Pablo nos hablará del amor, el motor
que mueve este cuerpo
·
Pablo nos dice que, aunque tenga el don de
profecía, el conocimiento de todas las lenguas, la disponibilidad de dar todo
cuanto tengo a los pobres y el valor de dejarme quemar si no tengo amor todo
esto no vale nada, solo el amor hace valiosa nuestra vida.
·
Pablo nos da una lista de todo cuanto el
amor hace y puede hacer. Empieza diciendo que el amor es comprensivo, servicial
y sin envidia… todo lo disculpa….
·
El amor dura siempre eternamente, todo lo
demás por más sublime, apetecible o necesario pasará, pero el amor perdurará.
Recordemos que Dios es amor, así pues, el amor nuestro que participa del suyo
pues nos lo ha dado El, perdurará también para siempre.
·
En el último párrafo Pablo nos dice como
nuestro conocimiento, nuestro amor es imperfecto como el del niño porque
necesita crecer y desarrollarse.
·
Tenemos tres virtudes fe, esperanza y
caridad, de éstas solo la caridad durará en la eternidad. La fe no se necesita
cuando se ve, la esperanza no se necesita cuando se posee lo que se deseaba, en
cambio el amor es una condición para parecernos a nuestro Dios.
RINCON CLARETIANO
MADRE FUNDADORA
«Señor y Dios mío, si Vos no me decís en qué Orden religiosa me queréis
para cumplir lo que me mandáis, yo no sé cómo será esto», porque de todos modos
quería ser religiosa. ¿Por ventura queréis, Señor y Dios mío, una cosa nueva?
(aquí no sabía yo lo que preguntaba). Esta pregunta la hice por divina
disposición, pues se complacía Su Divina Majestad en ser preguntado con
sencillez; y si bien la pregunta parecía indiscreta, porque en Dios no hay
imposible, no la tomó a mal Su Divina Majestad pues no nacía de curiosidad, ni
menos de desconfianza en el poder infinito de Dios sino que nacía de un corazón
determinado en cumplir la divina voluntad, cueste lo que costara. (Esta
voluntad me ha dado Nuestro Señor que en conociendo el querer de Dios ninguna
dificultad se me ofrece: Bendito sea por tanta bondad) y así, me dijo Nuestro
Señor con muestras de mucho agrado: « Sí, hija mía, una Orden nueva quiero,
pero no nueva en la doctrina, sino nueva en la práctica». Y aquí me dio Nuestro
Señor la traza de toda la Orden, y me dijo que se había de llamar: Apóstoles de
Jesucristo a imitación de la Purísima Virgen María.
Aquí me puso de nuevo delante las Órdenes Religiosas, y me hizo ver el
deplorable estado de toda la Iglesia universal; y me dijo con palabras
sentidísimas, dignas de toda ponderación, que no tenían otro remedio los males
de la Santa Iglesia que la guarda de su Santísima Ley.[3]
PADRE FUNDADOR
Apenas tenía seis años
que ya mis amados padres me mandaron a la escuela. Mi maestro de primeras
letras fue D. Antonio Pascual, hombre muy activo y religioso; nunca me castigó,
ni reprendió, pero yo procuré no darle motivo: era siempre puntual, asistía
siempre a las clases, trayendo siempre bien estudiadas las lecciones.
El Catecismo lo aprendí
con tanta perfección que lo recitaba siempre que quería de un principio al
último sin ningún error. Otros tres niños también lo aprendieron como yo lo
había aprendido, y el señor maestro nos presentó al señor cura párroco, que lo
era entonces el Dr. D. José Amigó, y este señor nos hizo decorar todo el
Catecismo entre los cuatro en dos domingos seguidos, y lo hicimos sin ningún
error a la presencia del pueblo en la iglesia por la tarde, y en premio nos dio
una hermosa estampa a cada uno, que siempre guardamos.
Cuando supe el Catecismo me hizo leer el Pintón, Compendio de Historia
Sagrada, y entre lo que leía y lo que él nos explicaba, me quedaba tan
impreso en la memoria, que después yo lo contaba y refería con mucha gracia sin
confundirme ni perturbarme.[4]
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